IMPRONTA EMOCIONAL
Antes de hablar de las improntas emocionales es importante recordar algunos conceptos, que, posteriormente ayudarán a dar un mayor sentido a la importancia y repercusiones físico-biológicos, mentales y espirituales que tienen las emociones en nosotros.
Las
emociones hacen parte de nuestro esquema primitivo de supervivencia.
Precisamente, el aspecto primitivo es lo que dificulta el control emocional,
pues primero aparece la acción seguida de la emoción y luego pasa al neo
córtex, la parte racional de nuestro cerebro. La secuencia sería algo
como: SUCESO O EVENTO à EMOCIÓN à
ACCIÓN à RACIOCINIO.
Los
estudios de neuro ciencias afirman que aproximadamente el 85% de las decisiones
del ser humano se toman por instinto (cerebro reptiliano) o por las emociones
(cerebro límbico o emocional). ¡ 85%!.
Otro
estudio afirma que la gran búsqueda del ser humano en buena parte de su vida,
está relacionada con el amor, representado en la aceptación social y familiar,
aprobación y sentir que pertenece a algún grupo que refuerce la necesidad de
valía. Este deseo y necesidad de ser amado es más notoria en la temprana edad,
en la cual, somos mucho más vulnerables y dependientes.
Imagino
que surge la siguiente pregunta: ¿Cómo se relacionan éstos dos estudios? Porque
el vínculo social y familiar relacionado con el amor es tan primitivo como las
emociones mismas. Al ser primitivo, lo hace muy poderoso, pues hace parte de
nuestros mecanismos de supervivencia. Piensa en esto: cuando una persona asume
un evento o comentario como una ofensa aparece inmediatamente la emoción (ira,
enfado o rabia) seguida de un sentimiento de indignación o injusticia que
vulnera nuestro amor propio. Si el suceso o comentario viene de nuestro grupo
familiar o social más cercano, más intensa es la secuencia anterior.
Entonces
aparecen los mecanismos de defensa emocionales o bloqueos emocionales, los
cuales surgen para protegernos contra un suceso anterior que nos produjo miedo,
rabia o confusión. Suceso, que pudo contener una experiencia tan dolorosa, que
en nuestra fragilidad no pudimos manejar. Justo en éstos momentos, aparecen las
improntas emocionales, “huellas” que quedan grabadas en la mente inconsciente y
que se dispara en cuestión de microsegundos cuando un evento sensorial nos trae
el recuerdo de la experiencia dolorosa.
Como
la mente inconsciente no reconoce el tiempo lineal, la persona vive la emoción
casi con la misma intensidad que la vivió hace diez, quince o cuarenta años.
¿No les ha sucedido? De tal suerte que reviven la secuencia anterior:
SUCESO
O EVENTO à EMOCIÓN à ACCIÓN à
RACIOCINIO.
Lo
más notorio de la secuencia anterior, por supuesto es la acción: El madrazo, el
jalón de los cabellos, las lágrimas, etc.
Lo
interesante es que la acción, es generalmente la misma. Esto sucede, porque la
impronta emocional va acompañada con la respuesta fisiológica.
Ahora
bien, ¿te imaginas tener las herramientas necesarias para generar una respuesta
distinta al estímulo? ¡Sería fantástico¡ ¿Por qué?
Porque
eso obligaría a nuestra mente a realizar una pequeña “pausa”, para decidir cuál
de las dos reacciones elegir (la anterior o la nueva respuesta); tiempo
suficiente para que nuestro cerebro racional procese la información y tome
decisiones más acertadas y menos primitivas.
Suena
interesante, ¿no es así?. Ahora imagina que puedes enseñarle a tu equipo de
trabajo las herramientas mencionadas anteriormente. Mejoraría notablemente los
procesos de comunicación, habrían menos conflictos entre compañeros, serían más
productivos, y lo mejor de todo, estarían muy agradecidos con la empresa
(sentido de pertenencia), pues sería una de las pocas veces, que se interesen
legítimamente por su bienestar y no por su productividad. ¿Qué opinan?
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